viernes, 18 de noviembre de 2011

Cuando pensabas que no te veia..

• Cuando pensabas que no te veía, te vi pegar mi primer dibujo en el refrigerador e inmediatamente quise pintar otro.
• Cuando pensabas que no te veía, te vi arreglar y disponer de todo en nuestra casa para que fuese agradable vivir, pendiente de detalles, y entendí que las pequeñas cosas son las cosas especiales de la vida.
• Cuando pensabas que no te veía, te ... escuché pedirle a Dios y supe que existía un Dios al que le podría yo platicar y en quien confiar.
• Cuando pensabas que no te veía, te vi preocuparte por tus amigos sanos y enfermos y aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos unos a otros.
• Cuando pensabas que no te veía, te vi dar tu tiempo y dinero para ayudar a personas que no tienen nada y aprendí que aquellos que tienen algo deben compartirlo con quienes no tienen.
• Cuando pensabas que no te veía, te sentí darme un beso por la noche y me sentí amado y seguro.
• Cuando pensabas que no te veía, te vi atender la casa y a todos los que vivimos en ella y aprendí a cuidar lo que se nos da.
• Cuando pensabas que no te veía, vi las lágrimas salir de tus ojos y aprendí que algunas veces las cosas duelen, y que está bien llorar.
• Cuando pensabas que no te veía, vi como cumplías con tus responsabilidades aún cuando no te sentías bien y aprendí que debo ser responsable cuando crezca.
• Cuando pensabas que no te veía, vi que te importaba y quise ser todo lo que puedo llega a ser.
• Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida que necesito saber para ser una persona buena y productiva cuando crezca.
• Cuando pensabas que no te veía, te vi y quise decir:

GRACIAS MAMI POR TODAS LAS VECES QUE TE VI,
CUANDO PENSABAS QUE NO TE VEÍA!!!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Tenes razón o ser feliz?

Eran las 8 p. m. en una concurrida avenida.

Una pareja va retrasada para cenar con unos amigos. La dirección es en un rumbo que no suelen frecuentar por lo que ella consultó el mapa antes de salir.

Él conduce y Ella le orienta, y le indica que gire en la siguiente calle a la izquierda. Él argumenta muy seguro que es hacia la derecha. Inicia la discusión y casi al instante Ella calla y Él decide girar a la derecha. En pocos minutos Él se da cuenta de que estaba equivocado. Aunque es difícil, admite que tomo el camino equivocado, al tiempo que inicia el retorno. Ella en silencio le sonríe con camaradería.

Una vez que llegaron a la cita se disculparon por el retraso la noche transcurrió grata y amena.

Cuando habían emprendido el camino de regreso, Él comenta:
-Tú estabas segura de que tomaba el camino equivocado, ¿por qué no insististe para que me fuera por el correcto?
Ella responde:

- Porque íbamos retrasados y el tráfico tan congestionado, que los ánimos estaban calentándose, estábamos a punto de una agria discusión, si insistía más, habría estropeado la noche, y Entre Tener Razón y Ser Feliz, prefiero Ser Feliz.

Esta historia fue contada por una directora empresarial durante una conferencia sobre la simplicidad en el mundo del trabajo.

Ella utilizó el escenario para ilustrar la cantidad de energía que gastamos sólo para demostrar que tenemos razón, independientemente de tenerla o no.