jueves, 19 de febrero de 2009

La risa de la marmota

En cierta ocasión los animales se pusieron de acuerdo en que no debían traicionar a la alegría. Sólo gozarían el derecho a vivir las especies alegres; los ejemplares tristes tenían que desaparecer, morir aplastados por la pesadumbre.Para ello todas las categorías debían someterse a un examen terminante: hacer reír a la marmota.El recurso adoptado era utilizar un chiste o historia divertida. Si conseguían que la marmota riese, era evidente que el relator disponía de una alegría contagiosa y, por lo tanto, tenía derecho a vivir, sencillamente, por su euforia o bonhomía.El primer turno le correspondió a la tortuga que se esmeró para que la marmota apreciase una anécdota festiva. La evaluadora no se rió; ninguna gracia le proporcionó el lento y longevo quelonio y por consiguiente su mutismo expresivo sentenció la muerte inexorable.Luego, le tocó en suerte a la liebre, quien contó lo suyo con entusiasmo y confianza: la marmota no rió. Y la simpática corredora sufrió la indiferencia fatal. Luego el pavo, más tarde el oso, después el gallo, la cebra. Todos fracasaron...De pronto se presentó la lechuza. Con voz firme y en frases cortas, narró una desopilante historia de enredos... Todos miraron ansiosos a la marmota que comenzó a reír y reír cada vez en forma más estruendosa, incontenible. El león, admirado preguntó:-¿Te gustó el cuento de la lechuza?-No, ¡qué bueno el de la tortuga!

"Hay que tomarse un tiempo para ver. Necesitamos una pausa para reaccionar, para comprender, una distancia para "darnos cuenta".A veces estos lapsos suelen ser muy prolongados, otras, no tanto; dependen las respuestas, de la disponibilidad interna para lo nuevo, de la capacidad de asombro y la libertad mental que tenga el observador."

1 comentario:

The Raven dijo...

jajajaja genial mary!!!! Me hiciste reir como una marmora!(chiste malo!). Besossss espero que estes muy bien!