jueves, 19 de febrero de 2009

Sufrir inutilmente

Freud advirtió que muchos neuróticos caían en depresión cuando alcanzaban la realización de un deseo.
El goce, para algunos, radica en la lucha por lograr un objetivo, no en su disfrute. La aspiración, concretada, no es una fiesta, especialmente para los que practican el arte nacional de sufrir inútilmente.
En la antiquísima sabiduría Vedanta se afirma todo lo contrario: "cuando el objeto deseado es alcanzado, el alma brilla luminosa como una bendición". Ese punto de plenitud adviene cuando se ha extinguido el deseo, que siempre es mortificante porque su naturaleza es carencia de algo que se valora como muy importante.
Proliferan culturas, grupos y personas, que se especializan en quejarse cuando les va bien, por temor "a la que se viene". Por lo tanto sienten los resultados positivos como señales apocalípticas; están acostumbrados "a la lucha", no al reposo reparador.
Algunos ejecutivos no pueden disfrutar plácidamente de sus vacaciones. Viven atentos a señales de combate; riesgos o amenazas hipotéticas que están más en su imaginación que en la realidad. El descanso, el sueño profundo, es, para ellos, un fracaso latente por desconexión con los problemas.
También es frecuente observar de qué manera muchas personas sufren cuando perciben que a alguien le va bien.
El éxito de otro, suele ser vivido como un fracaso propio, como una herida personal o una provocación:"También con el acomodo que tiene"..., "Así cualquiera consigue un trofeo, con la plata que maneja...," "Vaya a saber en que curro andará..!"
Una persona ama a otra cuando le desea siempre lo mejor para ella, cuando siente, como si fuesen propios sus éxitos y celebraciones.
Es fácil advertir la calidad de nuestros vínculos afectivos, cuando en los momentos felices de nuestra vida, deseamos fuertemente que alguien querido, comparta con su presencia, los beneficios alcanzados.
En cambio mucha gente sólo quiere compartir tristezas y fracasos, llorar a dúo.

1 comentario:

LUCY dijo...

Tienes toda la razón,muy buena reflexión, los buenos amigos son los que se alegran cuando la vida te sonríe.