lunes, 3 de agosto de 2009

Sueltate

Esta es la historia de un alpinista que estaba obsesionado por la cima de una montaña. Toda su vida desde muy pequeño, soño con alcanzar aquella meta. Entrenó y se preparó como nadie. En el camino quedaron muchos. Como estaba cegado con aquella conquista, su mente le enseñó a desconfiar de todo y de todos. Desesperado por conquistar esa altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación. Empezó a subir, y subir y subir como sea. Pero como pasa siempre, los sueños son mucho mejores cuando se sueñan que cuando se concretan y la travesía empezó a hacerse dificil. La cima se volvía tan inalcansable como el horizonte. Cada día que se levantaba pensaba que sería ese. Pero cuando el cansancio lo vencía, levantaba la mirada y aquella cima parecía cada vez mas lejana. Se acostumbró a concentrarse en la cima y se perdió todos los paisajes mientras subía. Se perdió la vertiente de agua pura, se perdió la vista privilegiada de los amaneceres, se perdió el aire puro de la base, se perdió de quienes lo acompañaban, y finalmente perdió el sentido de aquel sueño, que definitivamente no era solo llegar. Cansado y desganado, seguía trepando cada día sin saber bien adonde iba. Cierta vez, la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña. No podía ver absolutamente nada. Todo era negro. Sus manos estaban ajadas, sangrando. Había llegado mas lejos que nadie, pero igual pensaba que nada tendría valor si no llegaba. Pensó cientos de veces en las cosas que había abandonado, en las personas que lo habían apoyado y en las que lo habían desafiado, las noches en las que había llorado imaginando ese momento... Y creyó que sería un fraude si no seguía adelante, que nada de lo que había hecho o abandonado importaría si no hacía cima. Empezó a pensar que seguramente alguien iría adelante. Que siempre alguien sería mejor y como podía siguó. Subiendo por un acantilado, quizás a unos pocos metros de la cima, no lo sé, se resbaló y extenuado de cansancio, miedo, frustración y tristeza; se desplomó por el aire, cayendo a una velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver oscuridad y esa terrible sensación de ser succionado hacia el vacío y hacia su propia muerte. Pero El solo pensaba en el fin de su sueño y en que quizás la muerte fuese una piadosa salida. Cerró sus ojos y de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga amarrada a su cintura que se había enganchado de las estacas a algun punto de la rocosa montaña. Quedó en silencio. El viento le zumbaba en los oidos. No sentía sus manos y pies a causa del intenso frío. Respiró profundo y juntando en un solo esfuerzo lo que le quedaba de vida quebró con su voz el escandaloso infinito: "¡¡¡AYÚDAME, DIOS MIO, AYUDAME!!! y el eco le devolvió decenas de veces su voz desesperada casi como una burla. "Me has salvado solo para burlarte de mi? MALDITA MONTAÑA!!!!". Y Luego del eco burlón un nuevo silencio...Una voz muy grave y profunda atravesó la fría noche:-"¿REALMENTE CREES QUE YO PUEDA SALVARTE?"- "Si.... Solo tu puedes salvarme.... solo tu..."- "CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE Y EMPIEZA DE NUEVO, PERO ESTA VEZ SE FELIZ..."-"Y esa es tu salvación? Que corte la cuerda????... Tu también estas en mi contra!...."El alpinista giró sus muñecas y sollozando se aferró más aún a la cuerda helada. Todo acalló.Decían en las noticias al otro día:"Un extraño hallazgo se produjo en la altísima montaña. Cuenta el equipo de rescate, que un alpinista que se creía perdido fue hallado muerto, congelado. Sus manos ajadas y sangrando sujetaban un vieja soga que lo sostenía A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO... no se explica como......."¿Y vos como estas viviendo tu sueño?¿Que tan aferrado estás a tu cuerda? ¿Te soltarías?

2 comentarios:

Abuela Ciber dijo...

Claro que me soltaría....he recibido respuesta a mi pedido, no???

Gracias por tu visita.

Cariños

Alberto Vicentini dijo...

Simplemente Genial! Me sirvio de mucho leer esto. GRACIAS!