miércoles, 2 de septiembre de 2009

“¿Qué vas ser cuando seas grande?”.

Cuando pequeños siempre nos preguntaban: “¿Qué vas ser cuando seas grande?”. Y respondíamos siempre con alguna palabra que hacía referencia a algún oficio o profesión. Luego, cuando adultos, nos damos cuenta de que llegamos a ser lo que la vida y las oportunidades aprovechadas nos han permitido ser. Pero ¿era TODO lo que queríamos ser? ¡Seguro que no! Entonces, por qué no preguntarnos hoy a nosotros mismos: ¿Qué queremos ser? O mejor dicho, conforme a la experiencia acumulada, podríamos replantear la pregunta y decir: ¿Qué podemos ser? Y entre algunas opciones para responder esta pregunta tenemos que:
Podemos ser, una VOZ serena, entre el fragor de los apasionamientos, asumiendo una postura crítica y objetiva, promoviendo la discusión de ideas para superar el estéril enfrentamiento personal movido por los excesos verbales, el fanatismo y la intolerancia. El ambiente político del país es el fiel reflejo de este desafío a encarar.
Podemos ser una LUZ, para quienes andan en las sombras de la ignorancia, promoviendo una revitalización del enorme potencial del ser humano, para dejar atrás todo tipo de analfabetismo, en todas sus formas –como el funcional, tan nefasto como el no poder acceder a las herramientas básicas de la lectura y escritura– y en todos los órdenes, para no reducirlo apenas al orden intelectual, pues también el hombre debe cultivar las competencias actitudinales y motoras, además de las espirituales y sociales.
Podemos ser una SONRISA, para quienes están tristes y menoscabados, recurriendo a nuestra capacidad de empatía, pues como entes imperfectos, los seres humanos atravesamos por periodos favorables y también por momentos depresivos o negativos, en lo que tiene valor supremo el gesto de quien nos acompaña para superar esos momentos, y recuperar la fe, el valor, la constancia y el espíritu de lucha necesarios.
Podemos ser PALABRAS de aliento, para quienes quieren darse por vencidos. Además de lo material, en numerosas ocasiones, podemos aportar la compañía, el abrazo y compartir algunas palabras, que en conjunto constituyen estímulos poderosos para renovar el compromiso de lucha de aquellos que ya carecían de motivación para continuar la batalla de la vida, que nunca es fácil, pero que es necesario y posible.
En fin, podemos ser más HUMANOS, y más agradecidos con la vida, por todo lo que nos ha dado, en lugar de criticar y quejarnos por lo que nos falta, que puede ser lo mínimo frente a carencias mucho más profundas que pasan miles de seres humanos.
Podemos ser la MANO amiga, que levanta a alguien caído, y ser el AMOR desinteresado, para quien ha sido engañado y menospreciado. Pero también podemos hacer muchas cosas por los demás, mientras alguien a quien le podamos ser útil se atraviese en nuestro camino. En consecuencia, lo importante es sentirse útil en la vida, mediante el servicio desinteresado al prójimo, porque eso es amar a Dios.

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