miércoles, 24 de junio de 2009

Dialogo entre juguetes

El caballo de piel había vivido en el cuarto de juegos más tiempo que los demás. Era tan viejo que su piel parda tenía partes gastadas que mostraban los costurones, y le habían quitado casi todos los pelos de la cola para hacer collares de abalorios.Era sabio, pues había visto una larga sucesión de juguetes mecánicos llegar con todo aspaviento, y luego desaparecer a medida que se rompían sus resortes, y sabía que eran meros juguetes, que nunca se convertirían en otra cosa. Pues la magia de los juguetes es muy extraña, y sólo esos juguetes viejos, sabios y experimentados como el caballo de piel la comprenden.-¿Qué es ser de verdad?- preguntó el conejo un día, cuando estaban tendidos lado a lado junto al guardafuegos, antes que la nana entrara en la habitación -¿significa tener cosas que zumban en tu interior y una manivela?-Ser de verdad no depende de cómo estés hecho- dijo el caballo. –Es algo que te sucede. Cuando un niño te ama mucho, mucho tiempo, no sólo para jugar, sino que te ama de veras, te vuelves de verdad.-¿Eso duele?- preguntó el conejo.-A veces -dijo el caballo, pues siempre decía la verdad. –Cuando eres de verdad no te molesta el dolor.-¿Sucede de golpe, como cuando te dan cuerda– preguntó el conejo -, o poco a poco?-No sucede de golpe. Te vas transformando. Lleva mucho tiempo. Por eso no le ocurre a los que se rompen fácilmente, o tienen bordes filosos, o que deben guardarse con cuidado.Cuando llegas a ser de verdad, el amor de los niños te ha hecho perder casi todo el pelo, y los ojos se te caen y tienes las articulaciones flojas y estás muy raído. Pero estas cosas no importan, porque cuando eres de verdad no puedes ser feo, salvo para la gente que no entiende. Una vez que eres de verdad no puedes dejar de serlo. Dura para siempre.

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